jueves, 4 de febrero de 2016

24 de enero


Tenías veintitantos y decidiste secuestrar al sol
para esconderlo en tu sonrisa.
Con un chasquido de dedos cruzabas cualquier camino sembrado de sueños
la jungla del invierno
venciendo los tiempos del espejismo y la incertidumbre
sin un gramo de cordura que llevarte a la boca
y bebiendo del mar en el asfalto
como si el mundo no tuviera nada más que hacer
excepto inclinarse.

Tenías veintitontos y por entonces nunca llovía
pero cada gota de escalofrío
descargaba una tormenta de esperanza.
Convirtiendo cada paisaje en un lienzo donde a brochazos de vida
estampabas tus huellas
donde a migajas de pan
alimentabas horizontes
que tan cerca estábamos de huirnos y tan lejos
de perdernos
cuando los ojos se buscaban con las pupilas sin saber que se encontraban
con tu mirada.

Tenías veintitintos y era demasiado pronto para descansar
con un redoble en el pecho
marcando el ritmo del vals y el rock and roll
la primera semilla que germina en primavera
la certeza de un suicida
que se mata por una sola de tus plumas
a gritos devorando la revolución
a silencios levantando el vuelo
porque una caída nunca fue arrodillarse y agachar la belleza
de bailar en corrientes de aire.

Ahora, a tus veintitodos, has decidido acabar con las últimas barricadas
las puestas de luna
y latiendo
como un rascacielos recién pintado
como una estrella recién fugaz
coleccionando granos de arena
para fabricar
montañas de libertad.