domingo, 18 de enero de 2015

Mientras tanto en West Point


Callo más de lo que digo porque la mayor parte del tiempo estoy estrujándome los labios para no pensarte. 

Y esta carne se deshace en abono fertilizando el páramo donde alzó el vuelo la más hermosa de las golondrinas, y vuelve cada invierno el ave fénix.

El último rincón del fin del mundo.

Un cajón de arena donde jugar.

A ser oasis.

martes, 13 de enero de 2015

Nunca digo nunca

Te dirán que el mundo es caprichoso como un niño
pero menos inocente.
Que la esperanza no se esconde en el fondo de los vasos.
Que los fracasos son siempre el preámbulo de una victoria.
Que las cicatrices sólo duelen con el frío
y la humedad de las lágrimas.

Te dirán que cualquier guerra es más injusta
que la más injusta de las paces.
Que los sueños no se fabrican en colchones alquilados.
Que aprender a olvidar es el mayor de los duelos.
Que los posos de tus labios no adivinan el futuro
pero sí el pasado.

Y te dirán que el tiempo juega a herir las miradas
pero es capaz de sanar almas.
Que la felicidad es una droga de diseño exclusivo
Que las hogueras pueden arder en vanidades.
O incluso que los corazones pueden abrasarse
de tanto amar a quemarropa.

Pero la verdad nunca es del todo cierta.
Porque yo he visto amanecer en tus ojos
y anochecer en tu espalda.

Te he visto robarle la razón al tiempo
y cómo formabas océanos de arena
con los relojes que se atrevían a marcarte el paso.

He visto tus manos derrotar las heridas
y flaquear al peor de los miedos
con un mínimo roce de tus dedos.

Que no me digan lo que es soñar
si no han dormido en tu regazo.

He visto al orgasmo temblar en tu boca
después de vibrar en tus cuerdas vocales.
Y tu cuerpo estremecerse de felicidad
como un perfecto acorde eléctrico.

Que nadie me hable de cuál es el buen camino
si me quiero perder en tus lunares.

He visto que una casa sólo es el disfraz de una hipoteca
y que el hogar 
es un refugio en tus fronteras.

Y he visto tu sonrisa. Y créeme
no existe nada en este puto mundo
tan cálido.

miércoles, 7 de enero de 2015

A él pongo por testigo


Qué coraje el del intrépido guerrero, con un arma bajo el brazo. Qué osadía la del bravo defensor de una doctrina, empuñando sus motivos. Qué magnífica lealtad la del devoto, si son balas las que acercan el nirvana.

Qué delirio de grandeza tan rotundo es el destino del creyente: nunca falla. Si algo sale bien, dios así lo ha querido. Si algo sale mal, no hay ningún problema, dios obrará en consecuencia para revertir la situación.

Qué admirable compromiso el del fanático, cuando otros bailan a su lado. Qué atrevido el paladín de un evangelio, si un santo es el que aprueba su trabajo. En el currículum vitae de todo beato que se precie, que por favor no falte su máster en sectarismo y buena fe. Porque la intención siempre es buena, decía un brillante eslogan publicitario.

Qué buena vida el acogerse a lo sagrado. Qué buen vivir el predicar. Qué astucia la del listo cuando habla, si previamente amordazó al tonto.

Qué valiente es el valiente hijo de puta que se esconde en las banderas y los credos.

Y qué cobardes los demás.