lunes, 16 de abril de 2012

Querida hipotenusa:

Velocidad es igual a espacio partido tiempo, con lo que espacio es igual a velocidad por tiempo, por lo que te alejas a una velocidad directamente proporcional al tiempo que te encuentras a una distancia relativamente inalcanzable. Porque todo es relativo menos el movimiento rectilíneo de nuestros cuerpos debido a fuerzas gravitatorias ineludibles, que dibujan dos vectores linealmente independientes aunque magnéticamente atrayentes entre sí por esa bendita curiosidad de los polos opuestos. Y no te olvides del átomo donde descansan nuestros protones, en un cajón de la mesita de noche alejado de electrones negativos, que ya sabemos que ninguno de los dos fuimos nunca de neutrones. Era o frío o calor, con la termodinámica haciendo de las suyas bajo nuestro edredón, y la rutina huyendo por la tangente de los cero grados donde se congelaban nuestros sueños. Pero qué más da que el rozamiento que nos regalábamos sobre la superficie del planeta tendiera a infinito, qué más da el puto big bang de cada mañana al despertar, cuando ahora, en pleno siglo veintiuno, la ciencia se muere por matarse, tras comprobar, que tú más yo, ya nunca dará dos.