viernes, 9 de marzo de 2012

Prototipo dieciocho

Después de dos horas cosiéndonos con la mirada me clavó el alfiler, se arremangó la sonrisa y le dio el último trago a su cerveza de importación, que ya estaría como el caldo de un cocido. Por lo menos en ese momento deseé que así fuera.
-¿Ya te vas?
-Sí, ¿qué pasa?
(Qué no pasa, más bien)
-Nada, que nos quedan cosas por decir.
(Y por hacer)
-Nos queda todo.
-Pues sí.
-Pero ya es muy tarde. ¿No crees?
(No)
-Supongo que para saber tu nombre aún no.

Diez segundos después los pétalos de su falda bailaron un swing y se marcharon por donde habían venido, como arrastrados por un vendaval de estrofas de Sabina.
¿Por qué tenía que llamarse así?
No me había dejado los latidos en la punta de la lengua, ni el entrecejo arrugado como un montón de ropa en la cesta de la ropa sucia.
Es verdad.
Aún no han inventado nada que conquiste mejor a un hombre que una buena mamada.

viernes, 2 de marzo de 2012

Modus operandi

Y dime. En qué coño se parece esto a un corazón. En la forma no será, porque parece un estropajo sucio. En la textura tampoco, ya que cuando lo toco me da la impresión de que le estoy manoseando el culo a una vieja. Y en el olor menos, porque ahí dentro huele a mierda de hipopótamo en un cuarto sin ventanas. Así que dime. En qué coño se parece este trasto inútil y asqueroso a un corazón. En qué. Toma, cógelo y estrújalo como un pomelo y hazte un zumo. O juega con él a la pelota vasca, o píntale una carita sonriente, o yo qué cojones sé, pero no me digas que esto es un corazón. Y menos ahora, después de echar un polvo y acabar en el momento exacto en el que Matías Prats da paso a los deportes, y me estoy poniendo los gayumbos apoyado en la pared por el tembleque de mis piernas. Joder, ahora no. Ahora no me preguntes si te quiero o te dejo de querer, si ahí dentro late algo o chirrían a la vez mil bisagras oxidadas. Y no me cojas de la mano ni me digas que está bien, que no te importa qué vendrá tras el cigarrillo del después o del portazo a mis espaldas, porque tú te estás mintiendo y a mí me engañas, y es cuando parece que soy yo el que quiere echarse tres en uno en las arterias, y quién demonios sabe si es verdad.

En nada. Y claro que no. Esas son las respuestas.
Te espero en el váter jugando al tetris.
Hasta que te apetezca darte un baño.